1. Título de la anotación:
“Buenas noches Miko.”
Las Tres Joyas del Budismo son el Buda, el Dharma, y
el Sangha; sirven de modelo para cualquier organización con un maestro-fundador
que promueve unas enseñanzas de superación y liberación y que trata de establecer
una organización para divulgar, promover, e inculcar sus erudiciones. El Buda
como maestro-fundador, como modelo humano de inspiración; el Dharma, las
enseñanzas del Buda; y el Sangha, la comunidad de practicantes del Dharma y los
de seguidores del Buda, representan juntos el refugio por excelencia del que
sigue el camino del budismo. Se dice que el Buda y el Dharma son la misma cosa,
el artista y su arte, el maestro y sus enseñanzas, de ahí que el Buda sea
inmortal. Creo también que el Sangha y el Dharma asimismo son iguales, de ahí
que tal vez podamos discernir otra gran terna, semejante a la de la Identidad , la Realidad y la Imaginación.
El Buda, el creador, el modelo, es la Identidad ; el Sangha, la
comunidad de discípulos, de creyentes practicantes, son la Realidad del budismo; el
Dharma, las enseñanzas del maestro-fundador, son la Imaginación. Si la Gran Terna de la Identidad , la Imaginación , y la Realidad constituyen el
fundamento en el cual se desempeña la condición existencial humana, el conjunto
de creador, enseñanza y comunidad, constituyen otra Gran Terna: la Gran Terna de la Liberación de la misma,
es decir, un programa-proceso de superación al sufrimiento inherente en la
condición existencial de nuestra especie. MAMBA-RYU no es una excepción, sino
todo lo contrario. MAMBA es el Dharma;
MAMBA-RYU es el Sangha; y Shodai es el maestro-fundador.
El primer paso en la creación de cualquier Gran Terna
de Liberación es la formación del fundador. Hay una fórmula, una serie de
patrones que son prácticamente arquetípicos; esos pasos ya fueron superados en
el presente caso, alcanzando su culminación con mi Gran Entendimiento o
Iluminación como maestro-fundador o Shodai – no todos los shodai fueron hechos
iguales.
El segundo paso es la codificación del programa de
enseñanza en conocimientos teóricos, ejercicios, rituales, etc. Esa fase sigue
en vías de desarrollo ya con varios libros y videos que estarán en el mercado
en los próximos meses. “La
Bitácora de Shodai: Volumen 1 – El Gran Entendimiento” y
“Maestros KAIZEN” estarán disponibles para el otoño del 2010. Nuestro Dharma
está bien representado en forma de blogs, videos o artículos diversos. En
conjunto, corresponden a todos los programas de las Cinco Esferas de MAMBA.
El tercero consiste en difundir, reclutar, motivar,
organizar, etc., crear una organización internacional; eso requiere aptitudes,
disposiciones, y conocimientos muy diferentes a los necesarios para completar
los primeros dos pasos. En el tercero es donde está la gran dificultad ya que
no depende de uno mismo. Los primeros dos se pueden desarrollar en dependencia
mínima de contacto social puesto que de lo que más se precisa es de la
dedicación obsesiva y apasionada primero del fundador, y después de sus
sucesores – los “patriarcas” o “grandes maestros”.
Históricamente estamos en los peores tiempos para
transmitir algo que no ofrezca un beneficio material, o al menos económico,
inmediato. El tremendo desafío para la transmisión de un programa de excelencia
personal, de ‘despertamiento’, de liberación contrasta irónicamente con las
igualmente numerosas oportunidades para la comunicación entre personas: la Internet , por ejemplo, de
por sí sola ofrece posibilidades insólitas para contacto a distancia.
Indudablemente, no puede haber mayor beneficio del
que se ofrece: tranquilidad mental, serenidad espiritual, superación personal –
de hecho de los mayores ‘regalos’ posibles a un ser humano y que no se pueden
comprar con dinero. ¿Cuál es el problema entonces? Es bueno analizarlo, porque
en realidad se trata no de uno, sino de varios. Basta recordar que Jesús no
tuvo nada que ver con Pablo (Saúl) de Tarso (de hecho ‘Cristo’ y el
cristianismo nada tuvieron que ver; por eso precisamente es tan importante para
el fundador de una tradición tomar las riendas del control de sus enseñanzas y
establecer bases y fundamentos para su difusión organizada), pero sin Pablo no
habría cristianismo.
La creación de un camino a seguir para los demás es a
mi modo de ver algo casi predeterminado para un maestro-fundador que ha llegado
a su apogeo de Gran Entendimiento. Es una nueva etapa de desarrollo, otro
tremendo desafío. Típicamente uno decide emprender un camino hacia la
iluminación a una relativa temprana edad, en mi caso al menos desde mi preadolescencia.
Recuerdo haber visto episodios de “Kung fu” a mis nueve años de edad y saber
que quería ser como el monje superior del templo. Pasarían tres décadas y
media, a mis cuarenta y cuatro años de edad, antes de que lograra la
experiencia más critica que divide a la humanidad en los que son, los que
quieren (o pretenden) ser, y en las masas que ni idea conciben del asunto.
Ya en el camino mismo comienzan los desencajes con
familiares, amigos, parejas, etc. Poca gente puede concebir la disciplina interna
que requiere este camino, y la inmensa mayoría ni se esforzarían en preguntarse
el para qué molestarse, mucho menos en querer comprenderlo. Me acuerdo de
adolescente la dificultad que tenían mis compañeros y amigos en entender por
qué no fumaba, no me drogaba, y no me emborrachaba. De hecho un chaval de mi
barrio, de apodo el “Lute” (un famoso presidiario español de la época) estaba
convencido de que yo era la reencarnación de Bruce Lee, enfatizando que ambos
habíamos nacido en San Francisco para luego volver a nuestra tierra de
‘origen’, ambos entrenábamos artes marciales ‘fanáticamente’, etc. Por mucho
que le tratara de convencer de que eso no era posible, entre otras cosas porque
Bruce Lee murió después de nacer yo, era inútil: era la única forma de que mi
conducta aparentemente excéntrica encajara en sus esquemas y tuviera sentido.
Años más tarde, mi gran amigo y primer alumno de
Black MAMBA, Peter Panoupolos, que había sido compañero de trabajo en el
departamento de seguridad de la universidad de Queen’s, donde nos conocimos, me
explicó su teoría sobre mí: “James, eres tan intenso como el sol; a todo el
mundo le gusta el sol, pero demasiado sol quema y hasta mata, y por eso
necesitamos períodos sin sol que llamamos ‘la noche’ para poder dormir y descansar,
a pesar de que después agradecemos que el sol reluzca de nuevo al día
siguiente.” Pete lo sabría, porque fue compañero mío en muchos turnos –
nocturnos y diurnos – de guardias, alumno de mis clases universitarias de
español, y además alumno de Black MAMBA.
La analogía con el sol era ‘brillante’, siempre me
gustó. Explica mucho en cuanto a la naturaleza de mi (¿falta de?) vida social.
Eso explica, por ejemplo, que en casi todas mis relaciones mi papel, de alguna
forma o de otra, es la de “maestro de vida”, terapeuta, mentor, padre, o
“estratega existencial.”
Muchas veces amigos simplemente quieren reunirse para
“pasárselo bien” sin objetivo alguno…les cuesta comprender que yo “me lo paso
bien” en todo momento, aun en situaciones dolorosas, tristes, y de otro modo
‘desagradables’, etc.; no preciso hacer nada en particular para que el momento
sea ‘especial’ y meritorio de ser vivido – todos los momentos son especiales,
hay que saber vivir cada momento con la misma intensidad como si fuera de los
últimos. Incluso puedo simplemente ponerme a ‘no hacer’ y a ‘descontaminar’ mi
mente meditando. La idea del KAIZEN total a todos los niveles y en todos los
aspectos de la vida no les entra en la cabeza, o les parece exagerado, o poco
espontáneo, rígido, etc.
Por supuesto, no faltan aquellos que hagan
comentarios sobre la naturaleza ‘volátil’ de mi vida ‘personal’ (léase,
‘emocional’). Hoy en día vivimos en un mundo globalizado en el que aceptamos
que otras culturas tienen, y operan de acuerdo a, diversas costumbres de toda
índole que no comprendemos porque no somos de esa cultura, y sin embargo aún
hay personas que pierden el tiempo opinando sobre la vida personal de alguien
que entienden todavía menos: fascinante sino patético.
Queda tratar de explicar en qué consiste ser
‘Iluminado’ o un ‘Despertado’ o alcanzar, expresión que prefiero, el ‘Gran
Entendimiento.’ Lo interesante, comparto de antemano, es que cuando uno lee las
descripciones presentadas de las experiencias de los diversos individuos que
han alcanzado tal logro, los detalles son muy distintos, pero el aprendizaje o
la interpretación de la experiencia es la misma: trascender la diferencia entre
el ‘yo’, mi persona, y lo ‘otro’, es decir, el ‘resto’ de la materia, viva o
no, del universo. En mi caso, que aconteció mientras estaba sintiendo los
dolores intolerables – inconcebibles para mi hasta aquel entonces –
relacionados con el tratamiento de cáncer, mi experiencia “cumbre”, cuya
duración desconozco, consistió en una sucesión de escenas audiovisuales (o ‘visiones’
si prefieren) de un sinfín de animales y personas, todas experimentando un
dolor insufrible – que yo mismo compartía completamente – y gritando como consecuencia del mismo.
La última escena de la secuencia es la que más
recuerdo: un saltamontes montado en una hoja de hierba que se mecía levemente
en el viento. Nos veíamos ‘cara a cara’ y aunque él estaba mudo aparentemente
tranquilo, yo seguía sintiendo su dolor y escuchando su grito apagado. A pesar
de que le veía no era aparte de él, ni de la hoja de hierba que montaba, ni del
viento que los mecía, ni del paisaje en que se encontraban parados, no más
aparte que de mis propios dedos, manos o pies.
En mensaje era vivido como el que sabe como sabe un
sabor: todos somos parte de lo mismo, y en el dolor todos los seres vivos somos
iguales. El dolor es una condición inescapable de la vida. Nada iba a ser igual
que antes, y todo queda en referencia a esas verdades absolutas de la condición
existencial de todo ser. Para aquellos que han estudiado el budismo la
enseñanza es análoga, sino idéntica de hecho, a la de del Buda en su
Iluminación y es la base de todo el Dharma budista: anatman (el axioma del
‘no-yo’, de la impermanencia inherente en todo) y dukkha (el dolor en la
esencia de toda experiencia).
Conforme escribo estas palabras no puede haber mayor
ejemplo que el de mi perrita Miko, mascota de toda la vida de mis hijos
pequeños, que ha quedado ciega tras una serie de problemas de salud,
operaciones, y tratamientos. Mañana tocará dormirla y con ella un gran episodio
de mi vida que me vinculaba a mis hijos ausentes. Estuvo presente como mi
compañera fiel durante los años más difíciles de mis casi 47, mi etapa de “estados en
guerra.” No hay nada permanente en la vida, ni la vida misma; y del dolor no se
escapa nadie ni nada – solamente el sufrimiento es opcional.
Buenas noches Miko.
He Dicho. Así Es. Y Así
Será.
ANOTACIONES
PARA EL JUEVES, JULIO 29, 2010:
2. Si reflexiono sobre mi
vida veo que ha sido dominada por una larga lista de querellas y batallas, de
innumerables desafíos y de incontables fracasos. De hecho, tendría que decir
que el único éxito que me llevaría de seguro a la tumba si el fin llegara en
este mismo instante sería que cultivé un espíritu indomable. Quisiera decir que
nunca he llorado de pena o gritado de dolor, pero no sería cierto. Quisiera
decir que nunca me he visto caído del abismo de la desesperación, pero no sería
la verdad. Quisiera decir que en todo momento y en todo instante mi camino
quedó claro por delante, pero sería mentira. Lo único que puedo decir, con
absoluta certeza, es que siempre después de caído me he levantado, y que
perdiera o ganara, estoy, y permaneceré siempre, inquebrantado.
3. Se habla mucho del
destino; en realidad el destino no es ni más ni menos que la capacidad del ser
humano de superar su miedo y de atreverse a vivir de acuerdo a sus sueños, a
sus principios, a su visión de una identidad personal y de un mundo ideal. Pase
lo que pase, cuando un individuo supera su miedo y vive de acuerdo a esos preceptos
después lo llaman su “destino”. Las encrucijadas de la vida nunca nos llevan
exactamente a donde nos imaginábamos acabar, salvo en el caso de aquellos que
viven dominados por su miedo ya que el lugar a donde se quedan es lo todos
llama ‘ninguna parte.’
4. No sé si mis esfuerzos
tendrán gran impacto al final, pero me acuerdo de las palabras del filósofo
chino Mencio cuando dijo, “no importa el radio de la esfera de influencia de un
hombre, lo que importa es su influencia dentro del radio de esa esfera.”
Recientemente comenté a mi hija y discípula que yo no sabia cuantos alumnos o
seguidores acabaría teniendo; con gran sabiduría y espontaneidad la niña me
respondió, “pero no sabes cuán lejos llegarán los que tengas.” Pensé, sonriendo
por dentro, ‘la verdad es que acabo de tener clara evidencia de ello’.
ANOTACIONES
PARA EL VIERNES, JULIO 30, 2010:
5. 5:12 AM. El día comienza y con el una lista de
posibilidades. Cada día requiere de un nuevo esfuerzo, una nueva dedicación a
la “causa”; no hay un crédito que sobre del día anterior que se aplique al
presente. Cada día te lo tienes que ganar y al final del día la cuenta se borra
antes de comenzar el siguiente.
6. Es bueno tomar momentos para examinar la
situación de los frentes con los que uno lidia, de hacer una evaluación de cual
es el estado de cada uno, cuales son los objetivos que uno pretende lograr, y
de cuales son los recursos que tiene para ello. El mayor recurso, claro está,
es la voluntad de seguir. Para las personas que se han propuesto un camino que
salga de la norma, del convenio, de lo común, la guerra de la vida se presenta
como una de atrición y de insurgencia contra fuerzas socioeconómicas, políticas
o legales, que insisten en su sumisión, en aplastarle por la osadía misma de
contradecir, de atreverse a divergir, a sobresalir. Uno lucha contra
probabilidades insuperables, a menudo sin gran apoyo personal o incluso hasta con
discapacidades de toda índole. Es, en todo caso, una guerra solitaria, con
frentes interiores – con frecuencia los peores – en la que el objetivo final se
presenta para uno a veces tan distante, tan imposible, como sería cruzar en
balsa hasta las orillas opuestas de un océano – o así nos quieren hacer pensara
las fuerzas que más se beneficiarían de nuestra capitulación, de nuestra
rendición. Así es como se mantiene el estatus quo en todos los aspectos de la
vida.
Y
luego recordamos la expedición del Kon-Tiki en el 1947, de una balsa que
precisamente consistió en un viaje de casi 7,000 kilómetros durante unos 100
días y que llevó a la tripulación completa desde el puerto de Callao en Perú
hasta el arrecife de la isla Polinesia de Raroia en pleno Océano Pacifico –
cruzaron en balsa un océano. Solamente los Grandes Espíritus son los que se
atreven a alzarse contra las expectativas de la ‘normalidad’ y emprender viajes
hacia la inmensidad de lo desconocido donde se convierten en Leyendas. A veces
lograr lo imposible es difícil.
7. Título de la anotación: “Sobre el amor y el
matrimonio.”
La cuestión de la convivencia matrimonial es una
pregunta bien difícil aún más hoy en día cuando los roles no están tan predeterminados
por convenios socio-religiosos. No hace mucho, y sobre todo en países
latinos/católicos, la mujer era "casada, pierna quebrada, y en casa,"
mientras que el hombre tenia toda la libertad sexual - bajo mandamiento de
discreción - posible. El matrimonio se tenía que mantener a toda costa puesto
que no es una relación basada en la felicidad o en la armonía de la pareja sino
en el convenio que da estabilidad al programa sociopolítico y ante todo
religioso de la estabilidad social. Era un arreglo sagrado y no había más que
decir: el divorcio no se permitía salvo bajo condiciones muy extremas. Si las
personas casadas, es decir los hombres, querían amor se buscaban amantes para
ello. Mientras, dentro del matrimonio la pareja se aguantaba aún odiándose ya
que la idea de "felicidad conyugal" era absurda: el propósito del
matrimonio no era felicidad, ni el romance, ni la pasión, sino la propagación
armónica de la especie y de la misma estructura social.
Las
cosas han cambiado radicalmente, pero no del todo. En los países católicos, por
decir, hay aun una ambivalencia, una incertidumbre entre un nuevo paradigma
emergente y el establecido. La confusión la entretienen todos, pero sobre todo
las mujeres que son las primeras procreadoras del machismo social consintiendo
a sus hijos y hermanos mientras sacrifican a sus hijas, hermanas, amigas a las
prácticas discriminatorias de un convenio social no igualitario. El paradigma
tradicional del matrimonio, junto con la religión que lo sostenía, promulgaba,
y justificaba, ha caído; falta crear otro para reemplazarlo.
He
llegado a darme cuenta de que la base del amor es la admiración, que es
diferente del querer, que consiste primordialmente en valorar. Puedo querer,
pero no necesariamente amar, de ahí que es diferente decir "te
quiero" a "te amo." El
amor sin admiración se convierte en cariño y amistad - querer. Lamentablemente
no soy el primero en llegar a esta conclusión, ya el gran dramaturgo alemán
Christian Friedrich Hebbel, como acabo de descubrir, me robó la idea más de un
siglo antes de yo nacer – ¡gran hurto
fue ese! – cuando dijo: "El amor en la mujer está siempre mezclado con
una admiración involuntaria, y cesa cuando cree convencerse de que el hombre le
es inferior." Creo que en el hombre también, si no, no es amor, puede
ser simplemente una pasión física pasajera en la que la mujer se convierte en
un objeto ha conseguir, a modo de un par de zapatos, una cartera, o un coche
nuevo.
Para
muchos sociólogos y antropólogos el propósito del matrimonio es criar hijos, no
la compañía conyugal de por sí. Es decir, la familia es la base socioeconómica
de la sociedad. Vemos, pues, que en las culturas preindustriales o preliterarias,
donde aun se dan los matrimonios arreglados, con frecuencia se desconoce el
adulterio ya que ambos saben perfectamente cuales son sus funciones y entran en
el compromiso con los ojos abiertos. Hoy en día es diferente. Queremos pasión,
queremos entendimiento, queremos compartir, queremos crecer juntos, mientras
que la rutina diaria nos lleva a la decadencia del espíritu, a la muerte de la
pasión, de la ilusión que propulsó la unión en un principio; expectativas
quebradas de sueños desvanecidos. De ahí, especulan psicólogos y sociólogos,
que tantos matrimonios fracasan una vez que los hijos han llegado a cierta edad
de independencia. Por fin la atención en el nido vuelve sobre los procreadores
mismos que se ven como extraños en un viaje por ascensor que comenzó en la
azotea de la ilusión y del cual ambos quieren apearse antes de llega a la
planta baja, pero durante el cual muchas veces temen pulsar el botón de salida.
Si
va a haber KAIZEN en la familia, tenemos que reestructurar nuestra idea del
matrimonio, de la relación de pareja. La pareja no puede girar en torno a la
crianza de los hijos, al menos que estén dispuestos a que se disuelva una vez
cumplido el encargo. O sea, cerrada la fábrica, los contratos laborales no se
renueven por su régimen temporal, condicional. Y hablando de ‘condicional,’ el
amor incondicional no existe. Esa es una invención cristiana que
atribuyen a Dios hacia su rebaño para que los feligreses se sientan ‘cobijados
en el seno de su gracia.’ Seamos adultos. Todo amor está condicionado en la
conducta. Hasta mi perrita Miko me mordería si la fuera cruel – y más lealtad
que da un perro a su amo olvídense. La ilusión, la estupidez, del amor
incondicional está a la base de todo el fracaso y la disfunción en la familia y
en la pareja. El amor está sujeto a las mismas exigencias que la excelencia
personal, de hecho surge de ella. Una relación es como cualquier disciplina – y
es una disciplina – requiere que ambas personas se dediquen con empeño y
no piensen que porque tomaron una decisión en un momento dado que las
condiciones del pasado van a prevalecer pase lo que pase. No es así. Un
matrimonio es una pareja bailando a la música actual, contemporánea. La música
cambia día a día, nuevos sonidos, nuevos ritmos, nuevas modas. Hay que
adaptarse o perecer, en todo. Hay demasiados por ahí bailando el valse cuando
la banda toca el hip hop.
Hablaré
más del tema en mi libro en desarrollo, “Maestros KAIZEN.” No hay nada más
precioso en la vida que la felicidad. Sin ello no merecería la pena levantarse
por las mañanas y lidiar con las batallas diarias de la guerra existencial. Es
absurdo vivir una vida sin felicidad solamente para satisfacer las exigencias
de otros miembros de la sociedad o de familiares que harían mejor en atender a
la suya.
ANOTACIONES
PARA EL SÁBADO, 31 DE JULIO, 2010:
8. Una vez una persona que llegó a ser muy cercana
a mí por un tiempo me preguntó, después de haber leído mi curriculum o resumen,
que si yo no era un “engreído.” Se me soltó la carcajada. Me preguntó la causa
de mi reacción. Expliqué: Todo lo que he logrado en mi vida me ha costado
varias veces más tiempo, esfuerzo o ambos que muchos de mis compañeros o
cohortes, no por falta de habilidad o de talento, sino por las adversidades
colaterales o contextuales en las cuales tuve que desenvolverme. Nunca tuve lo
que llaman en inglés una “chancha igualada”, o sea, en la que tuviera igualdad
de condiciones. Racismo, un matrimonio adolescente, dos hijos antes de los
veinte, el divorcio de mis padres y la subsecuente indiferencia de mi padre, dificultades
económicas crónicas y persistentes, etc. Por ejemplo, de los artículos que
publiqué, algunos en revistas académicas de altísimo prestigio, nunca tuve
dinero para comprar una copia más allá de lo que la editorial me brindada, si no
que me tocaba fotocopiar una en la biblioteca; cuando me inauguraron al salón
de la fama no tuve dinero para viajar y recibir el galardón en persona; cuando empecé
a mostrar síntomas de hemorragia rectal como carecía de seguro medico pasaron
meses antes de que pudiera hacerme la colonoscopía que me recetaron – lo cual
casi me costó la vida y fue la causa de la cicatrización intestinal que aún me
atormenta, etc., etc., etc. Cuando las victorias y los logros han llegado han
sido escasos y dispersos y como resultado de tanto esfuerzo que apenas quedaban
energía o voluntad para celebración – además, de seguro estaba hasta el cuello
en el nuevo desafío. Como consecuencia, aunque bien seguro de mí mismo y de mis
capacidades, soy bastante consciente de mis límites: las adversidades de la
vida me las han remarcado de forma contundente.